lunes, 21 de junio de 2010

Y AHORA.......MONSIVAIS

Qué huérfanos nos quedamos tus lectores Monsi......

Una de sus frases geniales que describe a los descendientes de los aztecas de manera puntual.

"El llanto ha sido en todas las culturas una manifestación de dolor, pero en el caso de los mexicanos tenemos la impresión de que por más que lloremos no nos va cambiar la buena suerte."

Para recordar al Maestro, va la siguiente reseña publicada ayer en El Universal.

Que entierren primero el busto

Cronista, periodista, ensayista, coleccionista, gran cinéfilo y lector, colaborador de EL UNIVERSAL; discípulo de creadores fundamentales del siglo XX como Salvador Novo y Fernando Benítez; amigo fiel de literatos imprescindibles: José Emilio Pacheco, Sergio Pitol y Elena Poniatowska. Conciencia moral de México, testigo de la cultura mexicana e historiador de mentalidades; todo eso y más es Carlos Monsiváis Aceves.

El escritor, nacido el 4 de mayo de 1938 en la ciudad de México, fue llamado pronto el “heredero intelectual de Salvador Novo” y conciencia de su tiempo desde la trinchera de la palabra oral y escrita.

Sus amigos le adjudicaron otras definiciones. Sergio Pitol lo llamó siempre Mr. Memory y Carlos Fuentes Faro crítico del país; hubo otra definición más categórica, la del Premio Nobel de Literatura 1990, Octavio Paz, quien calificó a Carlos Monsiváis de “cortador de cabezas”.

El intelectual mexicano aceptó ser un hombre excéntrico: “Vivo con 12 gatos y cerca de 30 mil libros. Como eso no es nada común, supongo que sí, incurro en la excentricidad”. En contraparte, hablaba poco de la muerte, pero el 27 de noviembre de 2006 al develar su efigie en bronce en la Galería Juan Rulfo por haber obtenido el Premio FIL de Literatura dijo: “Cuando me toque el momento y mis aspiraciones dejen de latir que entierren primero al busto”.

Vida, pasión y literatura

De su vida personal poco se sabe. Nunca hablaba de su padre ni hacía mención de una figura paterna, acaso se sabía que era hijo único de Esther Aceves y que su tía Beatriz, quien trabajaba con Artemio de Valle Arizpe, fue fundamental en forjar su avidez lectora y formación literaria porque cada tanto le traía libros de la biblioteca del autor de “Amores y picardías”, incluso Monsiváis acudía a esa casona y De Valle Arizpe le recomendaba tomar libros de las cajas donde los guardaba.

Aunque hizo a muy temprana edad, 28 años, su autobiografía precoz, como lo hicieron otros escritores como Juan García Ponce, Gustavo Sainz, Sergio Pitol, Vicente Leñero y José Agustín, impulsados por Emmanuel Carballo, Monsiváis pocas veces hacía alusión a su historia personal; sin embargo, tenía frases que por poco se convierten en refranes: “Ya que no tuve niñez, déjenme tener currículum”.

Monsiváis hizo su retrato de los primeros años de vida, aunque telegrafiado. “Niñez libresca, desarrollo de sentimientos de marginalidad (motivo: religión protestante), escuelas públicas con maestros cardenistas y comunistas, ingreso en la Juventud Comunista (incomprensión del marxismo que persiste hasta la fecha), lecturas obligadamente caóticas, incomprensión de toda la realidad ajena a los libros, radicalización sentimental”.

De lo que sí hablaba era de haber crecido dentro de una familia protestante.

Fue un lector voraz iniciado en el mundo de la lectura cuando tenía seis años con La Ilíada y La Biblia, de la que memorizó: “En el principio era el verbo y el verbo era Dios...”. De ahí que siempre dijo que La Biblia fue el libro más importante de su vida; leía el libro sagrado “por la formación literaria, mitológica, de intercambios entre la crueldad y la generosidad del Antiguo y el Nuevo Testamento”.

Carlos Monsiváis muchas veces se declaró un bibliófilo que no tenía posibilidades adquisitivas y un bibliómano que tenía a su alcance las obras en las librerías de viejo. Un hombre con ambiciones.

Icono pop y gurú de la izquierda

Tuvo épocas de rock and roll con participaciones memorables en el cine; fue Santa Claus en Los Caifanes y El Sabio Monsiváis en Chanoc; ya era un cinéfilo consumado y a partir de allí fue central su relación con el séptimo arte y la cultura popular, de ahí sus apariciones con María Félix, Juan Gabriel, Yolanda Montes Tongolele, Lucía Méndez en la portada de Tele-guía, María Victoria y Gloria Trevi. Monsiváis fue un ser irreverente y un icono pop.

En su formación fue fundamental su amistad con Salvador Novo, luego su paso a los suplementos de periodismo cultural bajo la tutela de Fernando Benítez, a quien consideraba su único jefe, tanto que le ganó pertenecer a “La mafia de Benítez” al lado de José Emilio Pacheco, Elena Poniatowska y Juan García Ponce.

Entonces comenzó su activismo social, su interés en los asuntos de la marginalidad, su militancia en causas como la lucha homosexual, el feminismo, para darle voz a los desposeídos.

Todo lo llevó a ser una especie de icono pop en los 80, con su figura desgarbada, lentes de pasta y cabello alborotado; el amante de legiones de gatos a quienes bautizaba con nombres como Maiu Tse-Tung, Miss Antropía, Caso Omiso, Ansia de Militancia, Ale Vosía o Mito genial.

Historiador de las mentalidades

Aunque las definiciones y calificativos siempre rondaron a Monsiváis, ¿quién era él? Él mismo en una entrevista con Miguel Ángel Quemain señaló: “Nunca he sabido exactamente lo que soy. Sí sé con exactitud lo que quiero ser, que es todo lo que no soy, pero no puedo describirte lo que quiero ser porque sería una manera de manifestarte con claridad lo que soy”.

El prolífico escritor, quien desde un rincón de la colonia Portales, en la calle San Simón, exploraba el México de la segunda mitad del siglo XX y primera década del siglo XXI, y lo expandía en cuartillas y cuartillas cargadas de preocupaciones, curiosidades e intereses, decía: “Mi inteligencia es una leyenda que ojalá siga siéndolo para ocultar la penosa realidad”.

Esa inteligencia que lo llevó a ser considerado “un renovador de las formas de la crónica periodística, el ensayo literario y el pensamiento contemporáneo de México y América Latina”, lo hizo merecedor de más de 30 premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Nacional de Ciencias y Artes, el Fil de Literatura en 2005, la Medalla de Oro de Bellas Artes y el Nacional de Periodismo en 1977.

Su obra

Monsiváis, autor de Días de guardar —sobre el movimiento estudiantil de 1968—, Amor perdido y Escenas de pudor y liviandad apostó desde su adolescencia por la crónica y la crítica. Lector apasionado de muchos escritores, como Jorge Luis Borges, Alfonso Reyes, Novo, Martín Luis Guzmán, Óscar Wilde, Charles Dickens, Voltaire y George Eliot, con quienes descubrió que existía el sentido del humor.

Monsi —como lo llamaban sus lectores—, el agudo observador de la vida política y descubridor del pasado mitológico del DF, con su vida urbana, boleros, melodramas, películas de la Época de Oro y personajes de la ciudad, era el gran coleccionista de arte popular, tanto que para exhibir la cantidad de piezas reunidas a lo largo de su vida creó el Museo del Estanquillo, recinto al que dio en comodato toda su riqueza en el arte popular.

Se fue el intelectual, el hombre que tenía en el filo del humor y la ironía, las armas finas de la crítica, aunque él siempre aseguró: “No sé si mi estilo es genuinamente irónico. Es imposible que uno califique sus procedimientos con objetividad”.

sábado, 19 de junio de 2010

Un fragmento de nuestro José Saramago

Acerca de la inmigración en el estrecho de Gibraltar

Que tire la primera piedra quien nunca haya tenido manchas de emigración en su árbol genealógico... Así como en la fábula del lobo malo que acusaba al inocente cordero de enturbiar el agua del arroyo de donde ambos bebían, si tú no emigraste, emigró tu padre, y si tu padre no necesitó mudar de sitio fue porque tu abuelo, antes, no tuvo otro remedio que ir, cargando la vida sobre la espalda, en busca de la comida que su propia tierra le negaba. Muchos portugueses (¿y cuántos españoles?) murieron ahogados en el río Bidasoa cuando, noche oscura, intentaban alcanzar a nado la otra orilla, donde se decía que el paraíso de Francia comenzaba. Centenas de millares de portugueses (¿y cuántos españoles?) tuvieron que adentrarse en la llamada culta y civilizada Europa de allá de los Pirineos, en condiciones de trabajo infame y salarios indignos. Los que consiguieron soportar las violencias de siempre y las nuevas privaciones, los supervivientes, desorientados en medio de sociedades que los despreciaban y humillaban, perdidos en idiomas que no podían entender, fueron poco a poco construyendo, con renuncias y sacrificios casi heroicos, moneda a moneda, céntimo a céntimo, el futuro de sus descendientes. Algunos de esos hombres, algunas de esas mujeres no perdieron ni quisieron perder la memoria del tiempo en que padecieron todos los vejámenes del trabajo mal pagado y todas las amarguras del aislamiento social. Gracias sinceras les sean dadas por haber sido capaces de preservar el respeto que debían a su pasado. Otros muchos, la mayoría, cortaron los puentes que los unían a aquellas horas sombrías, se avergonzaron de haber sido ignorantes, pobres, a veces miserables, se comportaron como si la vida decente, para ellos, sólo hubiera comenzado verdaderamente y por fin el día felicísimo en que pudieron comprar su propio automóvil. Esos son los que estarán siempre dispuestos a tratar con idéntica crueldad e idéntico desprecio a los emigrantes que atraviesan ese otro Bidasoa más largo y más hondo que es el Estrecho de Gibraltar, donde los ahogados abundan y sirven de pasto a los peces, si la marea y el viento no prefirieron empujarlos a la playa, hasta que la guardia civil aparezca y se los lleve. A los supervivientes de los nuevos naufragios, a los que pusieron pie en tierra y no fueron expulsados, les espera el eterno calvario de la explotación, de la intolerancia, del racismo, del odio a la piel, de la sospecha, del envilecimiento moral. Aquel que antes fue explotado y perdió la memoria de haberlo sido, acabará explotando a otro. Aquel que antes fue despreciado y finge haberlo olvidado, refinará su propia capacidad de despreciar. Aquel a quien ayer humillaron, humillará hoy con más rencor. Y helos aquí, todos juntos, tirándole piedras a quien llega hasta esta orilla del Bidasoa, como si ellos nunca hubieran emigrado, o los padres, o los abuelos, como si nunca hubieran sufrido de hambre y desesperación, de angustia y de miedo. En verdad, en verdad os digo, hay ciertas maneras de ser feliz que son simplemente odiosas.

José Saramago, Portugal, 1922
Premio Nobel de Literatura 1998


Una mexicana en París durante el partido México vs Francia

Por: Elizabeth Flores 2010-06-18 14:07

Es una primavera fría en París. Cosa rara, pues el año pasado, el sol estaba radiante. Nubes, viento frío, cielo gris. Un clima nada alentador para el júbilo colorido y el calor humano mexicano que espera que la noche del 17 de junio, justo la del encuentro de los connacionales en la cancha de futbol con Francia, ganemos. No queremos que sea un mal augurio para nosotros o... para Francia. Mejor no mirar el cielo.

Hay temor como siempre, creemos, dudamos, rezamos, hacemos chistes, tenemos ese humor involuntario que le ataca a uno, por ejemplo, en los funerales. Sí, en México nos burlamos de la muerte, ¿por qué no de nuestra perdición en la cancha de futbol?

Es el día esperado en que se enfrentarán ambos países en la cancha. Y para mí, una mexicana en París, es un partido esperado. Amo a Francia, por supuesto, pero sin duda también a México. Pero este día sólo habrá un color sobre mi pecho: el verde.

He traído mi pequeña playera tricolor desde México y expresamente para este evento futbolero. Días antes no teníamos claro dónde mirarlo. Después, dos invitaciones: en un bar con franceses o en una casa de mexicanos. No lo dudo un segundo. Para este partido, por supuesto, elijo a los mexicanos.

Quien me invita a su casa, agrega en el correo electrónico: "Habrá decoración y ambiente mexicanos". Eso, no sé por qué, me hace pensar en un departamento en alguna calle parisina con decenas de papel de china de colores que forman hileras en el techo, muchas botanas en la mesa, cervezas, gritos, risas, chistes, dobles sentidos, música y baile. No lo dudo. Sí, ¿qué llevo?

Pero antes y para no rechazar ambas invitaciones, vamos al bar ubicado en una zona turística con franceses para ver el primer medio tiempo. Y luego en el segundo tiempo, para celebrar el triunfo o ahogar la pena de la derrota en tequila, entre mexicanos. ¿Para qué tiene uno a su gente si no es para gritar con euforia o llorar las penas en un hombro tricolor?

No soy una kamikaze

Salgo de casa. Llevo puesta la playera verde. Llevo una chamarra encima porque hace frío ya lo he dicho... y porque de todas maneras no soy una kamikaze para llevar la playera verde, así nomás, en el metro parisino.

De todas maneras, hay un poco de verde que sale de mi también pequeña chaqueta y abro un poco el cierre para que entonces apenas se vislumbren sobre mi pecho unas letras mayúsculas: "XI". Suficiente.

Camino, voy pensando mil cosas, de pronto... Veo a lo lejos a un chico que viene en sentido contrario a mí y, al parecer, ha pensado lo mismo que yo: hay un verde que se asoma bajo su chamarra. Su cierre está cerrado al tope. No tiene pinta de mexicano. Yo, a veces, tampoco. Pero lo miro, me mira, titubeamos, no sabemos si hay que decirle algo el uno al otro. Y después, cuando nos cruzamos, sale de él un "¡Viva México!" y yo le contesto con una sonrisa y otro "¡Viva México!".

Me dan ganas de bajar un poco más el cierre de mi chamarra y que se vea, qué sé yo, otra letra más: "XIC". Suficiente. Tengo una sonrisa en el rostro después del encuentro azteca en tierra parisina.

Entro al metro ahora con la ilusión, la esperanza, la zozobra de encontrarme con otro mexicano. Me encuentro entonces mirando la cara de todos. Pienso que tal vez no hay muchos mexicanos acá y tampoco no muchos que tienen su playera verde, pero intento ver, en los que parecen latinos al menos, si en sus manos no cascabelea alguna bolsa de supermercado con cervezas o bolsas de papas.

Llego al bar. Me encuentro allá con mi novio francés, que me ha preguntado quién es ese de la pantalla gigante que tenemos frente a nosotros. Es Rafa Márquez, y mi sapiencia futbolística se limita a decirle: "es muy bueno y es el capitán". Tengo ganas de contarle toda la historia de él, su vida amorosa, que las mexicanas mueren por él. Muy complicado. Mejor me quedo callada.

Pedimos una cerveza. Tengo hambre. No se puede ver un partido de futbol de México sin comer. Eso, todo mexicano lo sabe. Es como un mandamiento. No se es mexicano si no se hace. Pero en el bar no hay nada sólo cacahuates.

Veinte minutos después, casi al final del primer tiempo, el mesero, y luego de repetidas llamadas, llega con unos churritos con sabor a queso. ¿Cacahuates? ¿Esto es cacahuate? Merde! Igual los como y bebo mi cerveza de medio litro y comienzo a morderme las uñas. Hay por allí en el bar un par de mexicanas perdidas, solitas ellas en medio de tanto francés. Quiero acercarme a ellas, no, no hay lugar, no se puede pasar.

Hay un francés de la mesa de junto que se ha cambiado de sitio, porque definitivamente no soporta mis gritos de susto, alegría, emoción. Y entonces imagino a los mexicanos desgañitándose en su departamento, comiendo un kilo de papas, pizza y bebiendo "chelas" al por mayor, haciendo bromas, rezándole al "chicharito", riéndose de Aguirre y del "Conejo" Pérez. Y yo aquí con mis cacahuates.

Termina el primer tiempo y vamos corriendo al supermercado. Como buena pareja franco-mexicana, llevamos bolsas de papas y botanas que se desbordan. Ya no alcanzamos a comprar cervezas. Son las 9:15 de la noche en París y el alcohol se deja de vender en tiendas y mercados a las 9 pm. Merde!

Dejamos el partido en un cero cero de terror. Ya quiero llegar. Tomamos el metro. Como aún nada está dicho: subo el cierre de mi playera nuevamente.

Después del medio tiempo

Llegamos, y luego del tradicional "mi casa es tu casa", tomamos una chela en una casa donde hay mexicanos, franceses, ingleses, sudamericanos. Todos estamos con México por supuesto, aunque los franceses secreta y seguramente quieren, desean al interior, calladamente que su equipo nos derrote. Los gritos de júbilo, los chistes y la cuauhtemiña no se hacen esperar.

No hay papeles de china de colores, pero la cocina está repleta de bolsas de botanas abiertas, a medio abrir y cerradas, cajas de cartón de pizza vacías y el vestigio de algunas charolas de sushis. Es la única televisión que se escucha desde fuera del edificio.

Así y no sin un sufrimiento previo, llegan el primer gol de "Chicharito" y el segundo de "Cuauh" tras segundos de intenso sudor frío y silencio. En el penalti guardamos silencio para darle más concentración a Cuauhtémoc, pero confiamos en él. Alguien hace la cuauhtemiña para darle más fuerza.

Cuando vemos la pelota entrar y tocar con fuerza la red, sentimos que acariciamos la gloria. Gooooooooooooooooool!!!!!! Gooooooooooooooooool!!!!!! Gritamos como locos, brincamos, levantamos ambos brazos. Un plato de papas sale volando. El espectáculo que tenemos hace olvidar a los franceses que no solamente estamos ganando nosotros, sino que ¡están perdiendo ellos! Parecen olvidar eso y comienzan a reír con nuestro show méxi-cómico-mágico-musical.

Casi con lágrimas Remi en el ojo, nos aseguramos todos de que Francia no se vuelva a acercar a la portería nuestra. El conejito Pérez sabe lo que hace y tenemos a los postes de nuestro lado. Sólo para no empañar este maravilloso 2-0 con un 2-1 por ejemplo. Para qué. El cero se ve muy lindo.

Y termina. Nos abrazamos, nos besamos, nos reímos, abrimos otra "chela" y platicamos. Alguien apaga la televisión, enciende la música y le sube al volumen. Las botanas vuelven a circular y rápidamente hay que hacer fila para el toilette Los vecinos deben odiarnos en este momento. Los franceses aceptan que México tuvo un buen juego y que ahora deberán meter 15 goles contra Sudáfrica. ¡Buena suerte!

Les decimos desolé (lo siento) a los franceses seguido de una sonrisa que, aunque queramos no podemos ocultar. Me siento como en México en este momento. Estamos acariciando la gloria. La noche transcurre y es hora de partir. En el metro y por la calle, esta vez no me importa, abro (como si de una cortina se tratara) mi chamarra y entonces en mi playera se lee sin ningún error: "MÉXICO".

En el metro casi vacío me observan todos por supuesto. Tal vez hay muchos, la mayoría a quienes no les importa, o hacen que no; otros me miran con envidia, con recelo. Sonrío. Es la primera y quizá la única vez que podré hacer esto en París. Lo disfruto. ¡Gracias Cuauh, gracias Chicharito¡

lunes, 7 de junio de 2010

A UN AÑO DE LA TRAGEDIA DE HERMOSILLO

MANIFIESTO A LA NACIÓN

No quieras saber nunca
por quién doblan las campanas
¡están doblando por ti…!
John Donne

Hoy 5 de junio de 2010, cuando se cumple exactamente un año del crimen aún impune de la Guardería ABC, que les arrebató sus vidas inocentes a nuestros 49 hijos e hijas, y les ha dejado profundas heridas en el cuerpo y en el espíritu a los sobrevivientes, a sus familias y a la sociedad entera, seguimos en pie de lucha.
A las 14:45 horas, han doblado 49 veces a duelo las campanas de todas las iglesias en Hermosillo y en muchas otras poblaciones en recuerdo de quienes no debieron morir.
No olvidemos jamás a todos estos niños y niñas, víctimas de uno de los crímenes más brutales y trágicos jamás perpetrados en contra de la humanidad. Que se grabe bien, como ya está grabado con fuego en la memoria colectiva de la nación, el recuerdo imborrable de estas tiernas vidas truncadas, que han cambiado el presente y el futuro.
365 días han pasado, uno tras otro, sin que las putrefactas estructuras del Estado mexicano, de las procuradurías, ministerios públicos, investigadores, testaferros y policías –tan eficaces para perseguir trabajadores y luchadores sociales– hayan sido capaces de responder mínimamente a nuestro permanente reclamo de justicia.
En todo este tiempo transcurrido, se ha demostrado hasta la náusea, de manera ignominiosa, la falta de voluntad política de los gobernantes y su completa inoperancia para castigar a los culpables de este espantoso infanticidio masivo, producto de la corrupción extrema, del tráfico de influencias y de la insaciable sed de ganancias de unos cuantos a costa de todos nosotros.
En este trágico primer aniversario, una vez más preguntamos:

¿QUÉ ES LO QUE TENEMOS DESPUÉS DE UN AÑO? NADA.

Tenemos un Estado que ha fracasado en la salvaguarda del tesoro más preciado de toda nación, que es su niñez. Tenemos un Estado fallido.
Tenemos un ocupante de la presidencia de la República, Felipe Calderón, que se ha negado a escuchar y a responder de manera pública en Hermosillo, en el lugar donde se cometió el horrendo crimen, a las demandas de todos los padres y madres de las víctimas, sin exclusiones.
Tenemos un titular del poder ejecutivo cuyas órdenes de hacer justicia “caiga quien caiga, tope en donde tope”, se han estrellado en el muro de las complicidades y de la protección a los verdaderos culpables que no caen desde su pedestal de impunidad.
Tenemos un Seguro Social que subroga sus obligaciones, cuyo director actual, Daniel Karam, al igual que sus antecesores Juan Molinar y Santiago Levy, han violado garantías constitucionales y la propia normatividad del instituto para alimentar la voracidad de familiares y socios pertenecientes al primer círculo del poder, para la obtención de dinero fácil proveniente de nuestras cuotas y de nuestros impuestos.
Tenemos a un ex gobernador de Sonora, Eduardo Bours, que pretendió en vano comprar nuestras conciencias, desesperado ante el derrumbe de su propio castillo de soberbia, y que aún ahora continúa burlándose de las investigaciones, convencido de su impunidad.

¿DESPUÉS DE UN AÑO, QUÉ ES LO QUE QUEREMOS? TODO.

Queremos JUSTICIA EJEMPLAR, COMPLETA E IMPARCIAL a través de procesos penales transparentes a todos los culpables del asesinato y de las lesiones a nuestros niños y niñas.
Queremos ATENCIÓN MÉDICA ESPECIALIZADA de la más alta calidad y de por vida, para todos los niños y niñas convalecientes y a sus familiares, a cargo del Estado y sus instituciones.
Queremos PENSIONES VITALICIAS para las madres trabajadoras que no logran superar su gran pérdida, ni pueden trabajar por dedicarse a garantizar atención médica para sus hijas e hijos lesionados y atender a sus familias.
Queremos la CANCELACIÓN INMEDIATA de todos los contratos de SUBROGACIÓN de todas las guarderías del IMSS en manos de particulares.
Queremos la promulgación de una LEY GENERAL DE ESTANCIAS INFANTILES que establezca claramente la obligación del Estado de proporcionar la atención de los hijos de las trabajadoras y trabajadores, a cargo de personal capacitado y especializado.
Queremos REPARACIÓN DEL DAÑO MORAL a través del pago de indemnizaciones de acuerdo a la enorme magnitud de la pérdida sin condicionamiento alguno ni cesión de derechos.
Queremos, una vez realizadas las investigaciones, la DEMOLICIÓN de las aberrantes instalaciones del sitio de la tragedia y la construcción de un MEMORIAL por nuestros niños y niñas mártires.

No vamos a esperar a los más que predecibles y nulos resultados de la investigación oficial, adelantados por el propio ex procurador Eduardo Medina desde su repugnante primera declaración de que en este caso se han cometido delitos “leves” que alcanzan fianza y que no han sido desmentidas por su sucesor Arturo Chávez.
Por eso acudimos ante los ministros de la Suprema de Corte Justicia de la Nación, para que hagan uso de sus facultades constitucionales de investigación e intervengan de manera definitiva abriendo el camino al pleno cumplimiento de nuestras exigencias.
Hoy, como hace un año, somos la conciencia de todo un pueblo que despierta y eleva el metal resplandeciente de su cólera, de su indignación y reclamo de justicia ante el máximo tribunal de la República, ante la mirada expectante y vigilante de todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el mundo.
Así lo ha manifestado clara e inequívocamente la sociedad sonorense con la realización del JUICIO CIUDADANO que encontró culpables a los socios propietarios de la Guardería ABC y a 18 funcionarios de los gobiernos estatal y municipal; tal y como habremos de hacerlo también en su momento con las instituciones del gobierno federal y el IMSS.
En este primer aniversario de nuestro duelo y de nuestra lucha, queremos que se escuche bien nuestro juramento solemne en todos los idiomas y en todas las lenguas; que resuene por todos los países y por todos los rincones del planeta:
NO DESCANSAREMOS HASTA VER JUZGADOS Y CONDENADOS POR ESTE HORRENDO CRIMEN A TODOS LOS VERDADEROS CULPABLES.
Y mientras tanto, no preguntemos por quién doblan las campanas: están doblando por ti, por mí, por nuestros hijos y por todos nosotros; doblan por la justicia.

Movimiento Ciudadano por la Justicia 5 de Junio

Hermosillo, Sonora, y Ciudad de México, Distrito Federal, a 5 de junio de 2010